Hace ya muchos años,
que subí al tren de la vida,
con la ilusión estrenada,
y una maleta vacía.
Lo contemplaba todo,
con ojos recién nacidos,
y mi cuerpo se impregnaba
de colores blancos, olores de pinos.
El tren seguía su marcha,
dejando atrás diferentes caminos,
unos llenos de rosas
otros repletos de espinos.
Hoy ese tren sigue tragando,
kilómetros a mi vida
pero mi estación aún esta lejos,
y mi maleta medio vacía,