martes, 17 de diciembre de 2013

LA HERENCIA DE LA ABUELA




Cuanto tiempo dormido.
Cuantos años llenos de recuerdos de infancia,
que se han ido  con el paso del tiempo,
y el viento ha borrando jornada tras jornada.

Cuanto tiempo de aquello, y hoy, te he encontrado.  
Adormecido en el fondo de un cajón.
Con tus púas aletargadas por el tiempo.
 Tu cuerpo de concha,  aún conserva el color.

Tu tacto tiene la suavidad del nácar.
En tus dedos enredado aun tirita un porque.
Te acaricio y recuerdo,
aquel pelo blanco que tanto amé.

Al hallarte he sentido su risa.
He visto las  arrugas de su piel.
Su pelo como cascada de espuma,
que tú desenredabas ayer.

Al mirarte, he vuelto a sentirme niña,
he recordado cuando ella se fue,
he visto mis lágrimas pasadas,
y aquella mirada que nunca olvide.

 Quiero que ocupes un lugar en mi casa.
Que tu nácar me haga estremecer.
Y al tocarte aun sienta aquellas manos,
que siempre recordé.

Tu cuerpo de lira.
Tus dientes color de miel.


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