Hay días que me
invento tu presencia,
para poder vivir esas
horas huérfanas.
Entonces suelto
amarras,
y navego por
mares imposibles.
Hay días, que
construyo castillos en el aire,
y me siento princesa
por un día,
cuando suenan las
doce de la noche,
el zapato de cristal,
se vuelve zapatilla.
Hay días, que ni
amarras ni castillos,
me hacen olvidar tu
ausencia,
tú sigues ocupando mis
sueños,
y aquella silla vacía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario