domingo, 30 de junio de 2013

CUANDO ANOCHECE




Anochece.
Azota el viento, se oyen quejidos,
son los árboles,.
que van perdiendo sus nidos.
 También yo lloro,
por las hojas que van cayendo
en este otoño..
Hojas que van sin rumbo
cansadas de luchar, buscando olvidos.
El cielo está lejano.
Se pierde la esperanza.
¿Qué   hacer
ante esta guerra, que mata el alma?.
Cuando  el día se apaga,
se hace espejo la luna,
entre las aguas.
SARA



AL MUNDO


A este maravilloso mundo,
le estamos dando motivos,
que al igual, que una bola de nieve se deshace,
A que poco a poco, se nos convierta en ríos.

Este sufrido mundo está cansado,
de alambradas y fronteras,
que le impiden ser libre,
y que no dejan, que el sol, entre por donde quiera.

A este mundo maltratado,
al que le talan sus árboles,
y se le ensucian sus ríos,
aún le queda una esperanza.

Que todos sembremos rosas,
en vez de clavarle espinos.



                    

sábado, 29 de junio de 2013

DESPERTAR A LA VIDA








El automóvil se paro en la plaza del  el pueblo, descendí de él, iba acompañada de mi mejor  amiga llamada “curiosidad” “ cuando mis pies, pisaron aquella tierra ,mis sentidos empezaron a desarrollarse, mis ojos, contemplaban todo lo que me rodeaba, con la pureza recién estrenada, mis oídos escuchaban el cantar del viento, el ruido del agua de una fuente, que no cesaba de manar, sonidos desconocidos que se producían en aquel entorno. Una amalgama de olores, invadía mi olfato, mi cuerpo entero se diluía con todo lo que había a mi alrededor. Todas esas cosas me fueron abriendo a la vida, haciéndome gozar del pueblo recién estrenado.
       Viví allí un tiempo, mezclándome con la gente, los árboles, los animales y todo ese conjunto de cosas me hizo crecer. Aprendí  a llamar a las cosas por su nombre, a vislumbrar un mundo que yo no conocía, aprendí lo básico lo fundamental. Fui  guardando en mi memoria recién estrenada, mis primeras vivencias..
      Llegó el día que tuve que dejar aquel oasis y esa ruptura, me hizo llorar.
      Volví a subirme al coche, esta vez, a mas de mi  amiga la “curiosidad”, me acompañaba otra, muy pequeñita, llamada ”experiencia,”
      El pueblo al que yo pretendía llegar, estaba lejos, o a mi me lo parecía, así que me surtí de los suficientes víveres y me puse en marcha.
      Fue un recorrido lleno de contrastes, a lo largo de aquella  carretera crecían árboles majestuosos, que parecían retar al cielo,  junto a otros que tenían que hacer un esfuerzo sobrehumano, para sobrevivir, había tramos llanos, sin baches y otros con cuestas que al coche le costaba remontar, en ese camino, vi cosas que  me producían extrañeza, pero al mismo tiempo que crecía la “curiosidad” y la “experiencia”,me iba empapando de una realidad hasta ahora desconocida para mi.
        A veces, cuando la “curiosidad” o la “experiencia” dormían, yo cantaba cantos de libertad, de justicia, a pleno pulmón ,sentía, que de la misma manera que el coche devoraba kilómetros yo me  tragaba el mundo.
           En una curva de la carretera, haciendo autostop , había dos personas, paré y las invité a subir, el coche ya se completó. Se presentaron,  soy la “angustia” dijo la de mi izquierda, con una voz que me hizo temblar, yo la “esperanza”, dijo la otra,  su voz era suave como el canto del mirlo al amanecer. Con  la “angustia” supe lo que era la inseguridad, el miedo y todo lo negativo, la quise echar del coche, ella se revolvió, me apretó la garganta y me amenazó con ahogarme. en ese momento la “esperanza” le dio un manotazo y la lanzó lejos, desde ese día la “angustia” ganó alguna batalla, en cambio la esperanza, venció en  todas las guerras.
     Llegó el fin del trayecto,  estaba en el pueblo del que ya no me movería. Llegue cansada, me di una ducha para quitarme el polvo del camino, me miré en el espejo y en ese momento comprendí, que la niñez se había quedado en aquel pueblo, donde la fuente no cesaba de manar, y mi juventud, la fui dejando en aquella carretera donde el coche tuvo que sortear toda clase de vicisitudes. Ahora me encuentro en ese punto donde las cosas  adquieren la  dimensión correcta, un océano es siempre un océano y no un lago.
        De todos mis compañeras de viaje a la que mas me aferro es a “la esperanza”” solemos conversar con frecuencia, junto a otra amiga  que viajó conmigo de incógnito llamada “sueños”” de esta no me separé nunca. A la angustia, la dejé tirada a las afueras de  pueblo, algunas veces intenta volver, pero procuro cerrarle todas las puertas.
          Cuando al atardecer, sentada en mi mecedora me invade la nostalgia de aquel pueblo donde cantaba el viento, de aquel camino donde recogí a la “angustia” y a  la “esperanza” abrazo a mi amiga “sueños” y juntas volamos por el cielo de los recuerdos,  estos nos llevan hasta allí. En ese momento soy feliz y tengo la completa seguridad  que no dejaré nunca a mi amiga “sueños” porque sin ellos, no merece la pena vivir.





lunes, 17 de junio de 2013

VOLVER



           El coche avanza por la carretera;  Sentada  junto a mi hijo, contemplo a través de la ventanilla el paisaje,  el sol ha salido de su letargo, a rasgado las nubes y brilla en todo su esplendor.. Rebaños de ovejas pacen en el campo, los corderillos recién nacidos corren detrás de sus madres, emulando  una orquesta con sus incipientes validos.
        El coche sigue tragando kilómetros, veo pasar los árboles, las casas, campos de girasoles, con la misma rapidez que ha pasado mi vida.
Me arrellano en mi asiento y con una sonrisa feliz miro a mi hijo .
.---Ya te has salido con la tuya---me dijo.
----Por fin has conseguido lo que querías---
--No te imaginas lo contenta que estoy,----le contesté.
     ¡Cuantos recuerdos se agolpan en mi cabeza! Después de tantos años,  lograba volver y como si rebobinara una película, me vi con ocho años, hacía poco tiempo que la guerra civil española había terminado, mi padre, un hombre de veintiocho años había muerto en ella, nunca supimos ni cuando ni donde, fue uno de tantos desaparecidos, uno de aquellos que alguien dijo  que habían dado su vida por la patria ¡Que mentira! Mi padre no quiso ir a la guerra le obligaron, no dio su vida  se la quitaron, y  me quedé sin él .
       Yo tenía unos tíos “los ricos de la familia” según decía mi madre,  las vacaciones de verano, semana santa y navidad, las tenia que pasar con ellos.
---Madre no quiero ir--- le decía
---Hija tienes que hacerlo, con ellos no te faltará nada y aquí carecemos de todo.
       Y allí estaba yo añorando mi casa, mi sitio, con unos tíos severos y duros que me decían aquí aprenderás a ser una mujer el día de mañana y tenia que aguantar muchas cosas, porque me daban de comer.
      Un día me dijo mi madre.
---Hija tus tíos te van a llevar a un pueblo de Burgos donde una familia amiga de ellos,  se va hacer cargo de ti.
--No, no quiero ir—dije llorando
No llores que allí vas a estar muy bien,---
        Y así fue, no me faltó nada, tenía comida, ropa y ellos eran buenos, pero no tenía a mi  madre que a esa edad es lo mas importante;
       Una mañana salimos de Bilbao mi tío y yo.
        Era la primera vez que me montaba en un autobús, este, era viejo, las maletas las colocaba el chofer en el techo del coche, al cual se subía por una escalera de hierro sujeta a la parte de atrás.
      Yo, con la inocencia que se tiene a esa edad, disfrutaba del viaje, el autobús iba recorriendo kilómetros entre pinares, campos de cereales, pequeños pueblos, en cuyas torres de las iglesias anidaban las cigüeñas, mis ojos lo miraban todo con sorpresa, hasta que un rechinar de frenos  rompió mi ensueño.
       La realidad se me mostró en toda su crudeza, yo no sabia muy bien donde iba, y el miedo a lo desconocido me asustó y empecé a llorar
--No llores dijo mi tío, contenta tendrías que estar y agradecida de que esta gente se haga cargo de ti.
      Él se fue al de dos días de llegar, yo me quedé  sola, con aquella familia desconocida  . .
      El pueblo era pequeño, estaba rodeado de pinares, cada pino tenia un tiesto en su tronco para recoger la resina, había extensiones inmensas de cereales, lentejas, garbanzos.....allí vi por primera vez amanecer, cuando montadas en los machos nos llevaban a las fincas, aún recuerdo los nidos de codornices, entre el trigo, con sus huevos llenos de pintas. Fue un tiempo en mi vida donde aprendí a amar la naturaleza. Estuve tres meses con aquella familia, llegué a quererlos a ellos y  a todo el entorno, el día de mi marcha prometí volver.
  Hoy después de unas horas de viaje he cumplido mi promesa, al verlo, he sentido renacer en mi interior la niña que hace años pisó sus calles.
  El pueblo está como yo le recordaba, no ha crecido nada, al contrario, mucha gente se ha marchado a la ciudad.
       Subo hasta las eras donde se trillaba los cereales, están cubiertas de zarzas y malas yerbas, los pinos ya no tienen el tiesto sujeto a su tronco, pienso que aquello se habrá quedado anticuado, pero siguen aquí como centinelas. Los campos  lucen sus espigas doradas, ahora se ven máquinas segadoras, las hoces con las que se segaba antaño se han quedado en los camarotes, testigos mudos del sudor y el trabajo de entonces.
      En la casa donde estuve no habita nadie, los padres habían muerto y los hijos se marcharon del pueblo.
      Las paredes están medio derruidas, se nota el paso de los años que no perdona, todo está mas viejo, como yo, que aquella niña de ayer, hoy es una persona mayor.
         Pero me ha encantado volver, pienso que el tiempo todo lo envejece, todo menos los recuerdos, los recuerdos es lo único que permanecen jóvenes.

      Después de unas horas de recorrer el pueblo; donde las piedras, el río, las gentes, me transportan a sesenta años atrás, le agradezco a mi hijo  que me haya traído y con un sabor agridulce volvemos a casa.   

sábado, 15 de junio de 2013

LA NOCHE VIEJA DE MI VIDA



   ¡Cuantas noche viejas he vivido nada menos que setenta ocho. De todas ellas hay una que me quedó en el recuerdo.
De niña, en la posguerra, mi cena de noche vieja era unas manzanas asadas de la huerta, unos pimientos con  morcilla entre ellos. En mi juventud, a ese mismo menú se le añadía unos chicharros. Ya de casada, la cosa cambio, a peor, la noche vieja no era la mía, si no la de mis hijos; a mí me tocaba cocinar.
Hubo una  que se me quedó gravada,  ¡entre tantas! Alguna tenía que salir bien.
Los hijos eran pequeños, vivíamos en una casa vieja,  tenia un portal muy grande y aquella noche vieja
habíamos puesto el árbol en él
Aquel año la paga extraordinaria nos llegó ‘milagro! para comprar regalos, creo que fue la primera vez que yo tuve uno.
Allí en el portal junto a las gallinas y al lado del árbol cantamos villancicos, cenamos (no me acuerdo que) cuando dieron las doce no comimos las uvas, no había, pero estábamos todos juntos; nos abrazamos nos besamos… no hubo cotillón ni baile, pero no hubiera cambiado aquella noche ni por eso ni por nada.
Además nevó, mirando través de la ventana la nieve, fui feliz.
La parra junto a la casa parecía de plata, el fresno grande que estaba al otro lado de la carretera aquella noche resplandecía cargado de nieve. Todo estaba blanco y aquella luz que emanaba de la nieve se me metió en los ojos y en el alma.


Esa fue la noche vieja mejor de mi vida. No fue noche de fiestas y serpentinas pero fue como una bocanada de aire cálido   que todavía conservo su calor en mi corazón.

sábado, 8 de junio de 2013

MI GATA



    Es del color de la nieve ,suave como nube de algodón, bonita como una joya, así es mi gata michi, toda blanca, solamente en la cabeza entre las dos orejas tiene una pincelada negra, como si el pintor que la hubiera pintado hubiese estampado allí su firma. Es dulce tranquila, se pasa la mayor parte del día durmiendo, te transmite paz. Pero como si de un ritual se tratara, siempre, al llegar la noche se vuelve juguetona, sube ,baja a las mesas, a las camas……, parece que le hayan puesto un motor, esto dura un rato, hasta que agotada se mete a su cesto a dormir.
     Tiene una mirada penetrante, parece que te habla con los ojos, estos son de diferente color, uno azul y el otro amarillo, el azul es tan claro que cuando le miras es como si te asomaras a las aguas de un limpio río y cuando miras al otro te recuerda el otoño cuando las hojas se vuelven de ese mismo color.
      Es elegante, cuando camina por el pasillo lleva su cola de gran pelaje apuntando al techo, parece un pavo real, o una modelo desfilando por la pasarela.
      Es rara, al revés que la mayoría de los gatos, le gusta el agua, pasa grandes ratos subida en el inodoro contemplando el agua del fondo; el fregadero y la ducha son sus sitios preferidos, pienso que antes de encarnarse en gata fue en su otra vida fontanero.
       Es inteligente, experta en abrir puertas y cajones. Sale al balcón  y se asomas entre los barrotes para ver la calle, con las orejas erectas para percibir todos los sonidos. Cuando quiere entrar a la sala y la puerta está cerrada con pestillo, se alza sobre las patas traseras y con las de delante  golpea el cristal para que te des cuenta que quiere entrar, cuando la ves en esa postura da la impresión de que es una marioneta actuando en un pequeño escenario.
       Parece imposible que una cosa tan pequeña, haga un compañía tan grande.
       Cuando salgo  de casa estoy deseando volver, porque se que una bola de nieve ,una nube de algodón, me está esperando.
        Con todo esto podéis haceros una idea como es mi gata y como la quiero